sábado, 9 de mayo de 2009

MIEDO

Tengo miedo. Porque me doy cuenta de que miedo, ansiedad, tristeza, depresión, cansancio, obsesión, miedo, miedo, miedo, son palabras cotidianas en el habla de gente como yo.

Tengo miedo de que uno de estos días se me destruya la garganta. Tengo miedo de ver como día con día se deterioran mis dientes. Tengo miedo de perder la dentadura. Tengo miedo de continuar con la caída de cabello y un día poder observar un hueco en mi cuero cabelludo. Tengo miedo de esta debilidad que me pesa. Tengo miedo de volverme estúpida porque no me puedo concentrar y no puedo pensar en más nada. Tengo miedo de que todo esto sea en vano.

Pero tengo más miedo a engordar. Eso ha sido principalmente lo que me ha llevado a incorporar el vómito como parte de mi rutina. Porque perder peso primero no fue lo más difícil, lo cabrón está en ver que aumento de peso con que coma algo que me gusta, el sentirme observada y recriminada si como un pedazo de pastel y ya no digamos una rebanada de pizza.

Extraño la pizza.

Hoy



Nada. Que no se puede decir nada.

Déjenme hablar ahora; no es posible.

Quiero decir que eso, que lo otro, que todo

aquí me tiene muerto, medio muerto, llorando.

Porque nos pasa a veces, nos sucede que el
mundo

-no sólo el mundo- se complica, se amarga,

se vuelve de repente un niño sin cabeza,

idiota, idiota, idiota.

Y el café ya no sirve, ni el cigarro,

ni hablar de soledad, de insomnio, de locura,

ni el lamentar a voces el corazón de rana que uno
tiene
en el pecho,

ni el sollozar tan largo que nadie nos escuche.

Es cierto que la paz, que el equilibrio,

que el cielo puro y tonto,

es cierto, es cierto.

Pero si soy este que soy, ¿qué queda?

No es que alguna mujer –puede que sea-

Nos haga falta ahora.

(Una mujer. Quién sabe. A veces nos ocurre

pensar que estamos solos.)

Es que el día renace,

es que la noche sobrevive.

Es que mis ojos, lejos, en un frasco

-peces de luz entonces, devorando.

Hay muchas cosas que no alcanzo.

El frío. ¿Pero qué cosa alcanzo?

No miro ya. No toco. No he llorado.

Mentira que yo llore. No es posible.

No se puede decir nada ni tanto.

El frío. El frío parece, sí,

una viuda llorando.


Jaime Sabines

Ya me dio sueño

Pero hace media hora no tenía nada de sueño. Entonces decidí abrir este blog.

Paso el día como zombie pero de noche ya no puedo dormir bien. Sé lo que me pasa, sé que mi cuerpo se está dañando en parte, y sé que mi mente también. Pero de los males el menor, así que prefiero ese mal, a seguir dañada por estar gorda, o por no estar flaca.

Así que ahí va, como de alcoholicos anónimos:

Me llamo Fátima y ...soy bulímica (zaz)

Y me estoy cagando de hambre en estos momentos. Abro esto no como el muro de los lamentos, ni para que vengan a regañarme, que sola lo hago, gracias. Tampoco esperen encontrar consejos para bajar de peso, que por algo estoy gorda, y no soy quien para dar consejos de nada. Sólo quiero un lugar para desahogar mis observaciones, mis reflexiones, y mis sentimientos acerca de mis logros y metas, de mis experiencias con la bulimia y el sobrepeso, y ese tipo de cosas que como buena enferma le tengo que ocultar a todos para que me dejen cumplir mi objetivo.

Así que de antemano gracias a todas aquellas que se hacen llamar princesas para identificarnos, y que aunque no concuerdo con la visión de muchas, son quienes mejor entienden mi diario vivir, y con cuya compañía espero contar.


Besos